La narrativa de Arthur
Gordom Pym, escrita por Poe hacia 1838, puede parecer un tanto
extraña al lector acostumbrado a ver en Poe al poeta y al cuentista,
no a un novelista. Sin embargo, una lectura de la narrativa
nos revela que al igual que muchos de los episodios de esta novela se
estructuran con la misma arquitectura oscilante de muchos de su
relatos, un movimiento que se desplaza constantemente de la
racionalidad y lucidez hacia el frenesí y la desesperación.
La
narrativa, inspirada en las Rimas del Viejo Marinero (1799)
de Samuel Coleridge, recoge
los tópicos centrales de las aventuras fantásticas de un marinero
errante y desastrado. Es inevitable ver en el nombre del personaje un
juego sonoro que recuerda el nombre del propio Edgar Allan Poe, y ver
en la historia de Gordom Pym el mismo espíritu soñador y ansioso.
Como Arthur y Augustus, Poe anheló recorrer esos mares ignotos y
poblados de leyendas, un mar que las leyendas del siglo XIX habían
poblado con el fantasma de corsarios pervertidos y mares de leche, en
donde paseaban errantes los barcos fantasmas.
Nutrida
con distintas fuentes, con las leyendas de los piratas y de la no
extraña amenaza de verse en medio del océano enfrentado a una
revuelta marinera; rica en los detalles del lenguaje marinero, algo
que no puede extrañarnos hoy cuando los lectores están
familiarizados con el lenguaje de las naves espaciales -sonda, nave,
estación interestelar, gravedad cero-, pero no tanto con las
palabras sextante, timonel, bauprés, mástil, castillo de popa,
babor y estribor, la historia de Gordom Pym mantiene la estructura de
los relatos por entregas: de hecho cada episodio, cada capítulo se
despliega como una aventura, al punto que la novela es una sucesión
de acontecimiento organizados en un clímax ascendente.
Así
como la literatura de ciencia ficción en nuestro siglo ha creado
espacios límites, planetas desolados y tierras con rostros
apocalípticos, la narrativa del XIX jugaba a escapar de las
fronteras del mundo civilizado y de las ataduras burocráticas y
comerciales, a través de los paraísos surrealistas de estos mares
de locura y desesperanza.
Poe
ha legado a nuestra forma de ver la literatura mucho más de lo que a
simple vista parece: leemos hoy (o vamos a cine) siguiendo su legado:
la idea de que detrás de cada página aguarda un misterio, de que
cada elemento del texto encierra un secreto; la idea de que detrás
de los mundos organizados yace el caos y la locura; la idea de que
leer entraña buscar en el texto las pistas para resolver un enigma o
armar un rompecabezas; la idea de que la inteligencia y la
civilización, como la suerte de Fortunato, están siempre bajo la
mirada amenazante de Montressor.